2016/09/26 | Josu Reparaz Leiza

Las ikastolas en el Día Europeo de las Lenguas

En el inconsciente colectivo perviven ideas como la que relata el orgullo y la soberbia del hombre que quiere tomar al asalto el cielo, y de un dios iracundo que derriba sin contemplaciones la torre que le servía de soporte para lograrlo, creando el arma de la multiplicidad de lenguas para aumentar el desastre. Este relato del Antiguo Testamento contiene una carga de profundidad: “en medio de un mar de confusión no se puede edificar un proyecto común”.

Hasta hace no demasiado tiempo se ha vivido la diversidad lingüística como un hecho lamentable, como castigo divino, como un obstáculo para la convivencia y el buen gobierno. Aunque tampoco ha dejado de existir el eterno anhelo de un mundo que proteja la vida, el desarrollo de todas las comunidades que lo integran, de su personalidad, de su medio y de sus lenguas, al menos en las personas cultas y sensibles.

El libro del Génesis contiene alusiones a las malas relaciones entre el hombre y su exigente y violento Dios… Evidentemente, no podemos encontrar la visión total de la torre si solo miramos al estrecho cuartito del piso donde nos encontramos. Y si miramos “desde la torre”, no vemos sino la vista de su totalidad hasta las nubes, una distorsión del absoluto.

La torre se ha representado siempre como una figura helicoidal, que muestra un camino, un camino cuesta arriba, que parte de lo concreto y efímero (la tierra) y lleva hacia lo abstracto y trascendente (el cielo). Su significado simbólico más evidente es la construcción humana de un camino ascendente, imitando a las plantas cuando crecen en busca de la luz.

El mito de la torre de Babel, como casi todos los textos bíblicos, es arte. No mera descripción homérica de hechos históricos. El lenguaje no es la única barrera, solo las ejemplifica. La incomprensión humana es total: no escuchamos lo que dicen, sino que nos remitimos a categorías mentales prefijadas. Etiquetamos personas, actitudes, formas, obligaciones, tonos, sonidos, etcétera y desde ese mismo momento dejamos de ver la realidad, comenzamos a vivir en nuestra imaginación.

El pasado y el futuro contaminan la experiencia del presente hasta tal punto que todo lo que vivimos termina siendo engorrosa repetición o inútil ensoñación del futuro. La división de las lenguas es una metáfora de la división humana, de cómo estamos encerrados en cubículos autorreferenciales que nos impiden movernos por la torre y evolucionar hacia la luz, hacia las estrellas.

Sin embargo, todas las lenguas son iguales en dignidad, más allá del número de comunidades que las utilicen. Cada lengua aporta una forma de ver y de describir una cosa o un hecho y una mejor explicación de una realidad, de un paisaje o de un momento, con perspectivas diversas, hechas para comunicar mejor, para convivir armoniosamente.

Las lenguas abandonadas, minorizadas, esquilmadas, han sufrido su particular holocausto. En muchos estados el sistema escolar fue un instrumento decisivo para llevar a cabo “genocidios lingüísticos”. Algunas se han estudiado y recuperado o están en camino de hacerlo, otras no han tenido esa suerte. La creación de las ikastolas contribuyó a evitar el “genocidio” del euskera. Además, en su andadura, han desarrollado un proyecto lingüístico que permite al alumnado que en ellas se escolariza, el dominio e al menos tres lenguas, tal como recomienda la Unesco a todos los países, invitándoles a que organicen su sistema educativo con el objetivo de conseguir el aprendizaje de tres lenguas o más.

Félix Martí, presidente de honor del Centro Unesco de Cataluña y estudioso del Pluralismo Lingüístico y la Educación Plurilingüe, recomienda la educación multilingüe, como camino para saber apreciar los colores, los sabores, las herramientas secretas y las sensaciones más estimulantes de nuestro mundo. La búsqueda del respeto y la paz lingüística ha inspirado a las ikastolas de Navarra en su dilatada andadura. Tras muchos años de incomprensión, de poses y de utilización política, la imagen de un planeta en armonía lingüística, de comunidades interconectadas, sirve ya para imaginar una mejor convivencia, que genera espacios donde conviven las lenguas propias en un contexto de comunicación multilingüe.

Las ikastolas descubrieron el secreto de la pedagogía lingüística, que no es otro que el del placer de la comunicación con el otro y con su mundo original e irrepetible. Ya llevan cincuenta años trabajando para que sus estudiantes manejen con soltura, con corrección, e incluso con gozo, las lenguas que les permitirán entender este mundo diverso y global por el que pueden ascender sin miedo hacia la luz. El autor es director de la Federación Navarra de Ikastolas

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